El libro de los Proverbios tiene dos grandes protagonistas: El sabio (persona madura) y el necio (persona inmadura). La madurez no se adquiere de un día a otro, sino que es el proceso normal del desarrollo de nuestro andar diario. Antes de hablar de la madurez espiritual y nuestros hábitos, es importante comprender las tres etapas de la vida normal que son necesarias para el desarrollo de nuestra personalidad:

  1. Dependencia (Etapa de la niñez)- Es el tiempo de aprendizaje, de crecimiento intelectual, emocional y espiritual, además del desarrollo físico. Muchos de los problemas de la adultez tienen sus raíces en la niñez.
  2. Independencia (Etapa de la adolescencia)- Es la más difícil y conflictiva. Siempre tiene sus problemas porque es el tiempo de desafiar la autoridad, cuestionar y finalmente aparecen los elementos de la conducta rebelde.
  3. Interdependencia (Madurez)- En ella se adquiere estabilidad, seguridad y responsabilidad. No es dependiente como la niñez, tampoco independiente y rebelde como la adolescencia. Aprende a preguntar para ser instruido y guiado.

Cuando Cristo viene al corazón, nos salva, perdona, limpia nuestros pecados y nos da vida Eterna, pero al mismo tiempo, comienza el proceso de madurez espiritual o lo que comúnmente se conoce como santificación. Es interesante que la madurez espiritual está ligado directamente al Fruto del Espíritu. Para que la madurez espiritual se alcance, los hábitos juegan un papel importante y determinante en el desarrollo de la Plenitud de Cristo en el creyente.

¿Qué es un hábito? Es un comportamiento adquirido o aprendido que luego realizamos sin pensarlo. Es algo casi involuntario. Por ejemplo, cepillarnos los dientes al levantarnos en la mañana, peinarnos, bañarnos. Pero hay muchos hábitos que provienen de la cultura que crecimos. Si creciste en un hogar donde imperaba el desorden y la impuntualidad, posiblemente o tal vez has adoptado todos estos hábitos negativos. Tus hábitos, sean buenos o malos determinaran tu carácter y en gran manera lo que serás en el futuro.

Si quieres cambios en tu vida, y llegar a la madurez espiritual, reflejar el Fruto del Espíritu, tendrás que comenzar a hacer cambios conscientes en tus hábitos diarios. Comienza a hacer un inventario de tus hábitos. Haz las siguientes preguntas escudriñadoras: ¿Tiendes a la negatividad en tus pensamientos y conversaciones? ¿llegas siempre tarde al trabajo? ¿Continuamente estas mintiendo para justificar tu irresponsabilidad? ¿Sucumbes a las adicciones, aunque sean “inofensivas”? Quizás tu habito no sea ilegal, o contrario a la ética o la moral, pero está entorpeciendo tu desarrollo en tu vida espiritual. Por lo tanto, se constituye en un mal hábito. 

Dios quiere darte lo mejor de Él para ti. No permitas que nada ni nadie, ni malos hábitos, obstaculicen la manifestación del Fruto del Espíritu. Afirma hoy: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Amen.

Pastor Luis O. De León

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