La iglesia del libro de los Hechos en la Biblia, nació envuelta en una atmósfera de continua oración. Por indicaciones del Señor Jesucristo, los apóstoles, discípulos y creyentes, aguardaron en Jerusalén, perseverando unánimes juntos en oración y ruego hasta que descendió el Espíritu Santo. Este fue el comienzo de la iglesia y del avivamiento espiritual que sacudió toda aquella región. Mientras un grupo de líderes reunidos en Antioquía oraban y ayunaban, el Espíritu Santo ordenó que enviaran a Bernabé y a Saulo para comenzar la era misionera de la iglesia.
La oración y el avivamiento van tomados de la mano, y la historia lo confirma. Para el año 1512, la insatisfacción de un hombre de Dios con el mundo religioso de sus días, le llevó a un tiempo intenso y extenso de oración. Con la Biblia abierta iba descubriendo verdades profundas que nunca le enseñaron. Luego de ese periodo de reflexión y oración surge la Reforma Protestante con sus 95 tesis. Ese hombre fue Martin Lutero. Ni el tiempo ni el espacio, nos darían, para hablar de Juan Wesley, Juan Knox, Jorge Whitefield, Carlos Finney, Carlos Spurgeon, Dwight L. Moody, Billy Graham, Luis Palau, Yiye Ávila y muchos más, que junto a la iglesia cambiaron la historia de sus días después que se entregaron a la oración.
Hemos comenzado el año 2022 de este siglo 21, con una serie de acontecimientos locales como los terremotos, violencia, criminalidad, corrupción institucionalizada sin precedentes, tensiones en la economía, cometas y, además, una pandemia provocada por el Convid-19 (Corona virus) que ha paralizado al mundo, y en muchas personas la ansiedad y la falta de paz gobierna sus mentes. Ni los discursos humanos, ni las palabras positivistas, ni las promesas de paz de los gobiernos, que están reclamando un Nuevo Orden Mundial, (que, para efectos escatológicos, es decir los acontecimientos de los tiempos finales, es una señal que indica la pronta venida de Nuestro Señor Jesucristo), podrán cambiar la situación que estamos viviendo, a menos que la iglesia doble sus rodillas y como soldados llenos de valor y fe, salgamos a la palestra determinados a sacudir los cimientos del mismo infierno y arrebatar las almas, aun de las fauces de Satanás para el reino de los cielos.
Este tiempo de emergencia mundial que el Señor ha permitido donde nos han quitado todas las estructuras religiosas, ritualistas, rutinarias, laborales, (y algunos están desesperados que esto pase para llegar a la “normalidad”), les exhorto, es el tiempo de buscar el rostro de Dios con intensidad. Hay una nota de urgencia en el corazón de Dios para que la iglesia, que son todos aquellos lavados con la sangre de Jesucristo, cumpla su función evangelizadora cabalmente. No hay tiempo que perder, no espere más, doble sus rodillas, abra su corazón y dígale al Señor: “Enséñame a orar conforme a tu voluntad, límpiame y hazme un instrumento de poder en tus manos”. Yo le garantizo que Dios le va a escuchar y le va a conceder esta oración. ¿Cómo lo sé? Porque el salmista dice: “Al corazón contrito y humillado no despreciaras tú, oh Dios.” Después de esta pandemia, tengo la expectativa de ver un gran avivamiento mundial, pero solo de rodillas lo veremos.
Pastor Luis O. De León