Callixte Karemangino, de Ruanda, durante la década de los 90 se dedicaba a matar a refugiados tutsis que fueron engañados para ser llevados a un campo de concentración a “protegerse” pero fue parte de una trampa en la cual murieron muchos cristianos, donde este hombre participó como cómplice de la matanza.
Este prestó un terreno ganadero para que muchas personas se “escondieran” a pesar de que sabía que serían ejecutados todos aquellos que estuvieran allí, incluso muchos de sus amigos murieron en ese lugar; este fue a la cárcel por ser cómplice de esta acción siendo engañado por el odio sembrado de parte de terroristas extremistas en contra de los cristianos (Hutus contra Tutsis).
No fue sino hasta que estuvo dentro de una celda por varios años que pudo ser libre de ese odio tóxico que lo llevó a estar encerrado, pues conoció de Cristo y desarrolló una relación con él que lo hizo cambiar por completo, “Me arrepentí el 8 de febrero de 2000. Ahí fue cuando tuve mi revelación. Tenía una voz que me decía que el aire va a explotar, pero el que se ha arrepentido de sus pecados desde el fondo de su corazón, ese aire no le hará nada”, en un reportaje que le hicieron junto a su familia y amigos. La decisión de tomar una vida con Cristo le hizo cambiar toda su perspectiva de vida y reconocer a quienes verdaderamente trabajan por el bien y el bienestar de su país y no a quienes siembran odio contra otros; como músico le dedica canciones de su propia composición a Dios sabiendo que ésta es una poderosa arma espiritual para profetizar. En la cárcel, Dios le enseñó el valor del perdón sin condición, pues él mismo siendo portador de ello decidió compartir esto con sus otros compañeros a quien les explicaba que no importaba quien se acercara a pedirle perdón, Dios siempre estaría ahí para absolver sus culpas, y aunque al principio no tuvo mucha aceptación en ese lugar, poco a poco el mensaje fue calando en los corazones. El camino que tuvo que recorrer para llegar a Jesús ciertamente no fue fácil, pero el fruto obtenido ha sido de bendición tanto para Callixte como para quienes lo conocen.
Carmen Peterson, Directora de Misiones