El ser misionero no solo requiere que haya tenido un encuentro con Cristo, le ame, tenga pasión por alcanzar a los perdidos y se prepare teológicamente para cumplir con la tarea. 

Tiene que estar consciente que es una persona de afuera que su tarea es presentar el evangelio a un grupo de personas que necesitan salvación, discipularlos y levantar líderes que continúen con la tarea. Luego esa persona o personas le comparten a su propio pueblo en maneras culturalmente apropiadas la Verdad del Evangelio.

Entonces, la siguiente etapa es que estas iglesias maduras, envían a sus propios obreros transculturales a otros países. La tarea no es simplemente levantar una iglesia; eso es el resultado del trabajo realizado. El trabajo más importante es discipular y formar líderes que levantarán otras iglesias y ayudarán a esas iglesias a que lleguen a ser todo lo que pueden ser.

Por lo tanto, es importante que el misionero entienda, que cuando la iglesia ha llegado a esta etapa de multiplicación y madurez debe moverse, bajo la dirección del Señor, a otro lugar a repetir EL CICLO DE LAS MISIONES.

Carmen Peterson, Directora de Misiones

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