Nosotros le amamos a Él, porque Él nos amó primero. 1 Juan 4:9

Hay dos clases de amor: El “amorío”, que depende de los sentidos y la presencia física; y el amor, que sólo depende del sentimiento profundo del corazón y la ternura del amor, sin importar mucho la presencia física de la persona amada. Los amoríos duran poco y exigen poco. El amor dura mucho y exige toda lealtad.

Así es como ama Dios. Por lo que Él es, porque nos ama. Y por eso dice vez tras vez: “Con amor eterno te he amado, por tanto, te soportaré con misericordia”.

Siempre te amaré. Por lo que yo soy. No hay ninguna evidencia natural del amor de Dios: ni la caricia de su mano ni el beso de ternura. Pero la seguridad de Su Gran Amor descansa en la promesa de Su Palabra, en la presencia suya en el corazón, y en el costo de su amor.

Siempre te amaré. Por lo que tú eres. Dios solo espera que respondas con amor a ese gran amor.

Esto está en la mente del autor de 1 Juan 4:19.

Recuerda: Siempre te amaré.

Tomado del libro “Un Corazón Pastoral del Dr. Carmelo B. Terranova

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