“Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.” 2 Corintios 9:7
Algunas veces me pregunto por qué nos cuesta ser generosos con Dios. Siempre hay alguna razón para limitar nuestro apoyo a la causa de Dios o al engrandecimiento de la iglesia. Hasta que descubro que de alguna manera estamos atrapados en un engaño satánico.
Proverbios dice: “Hay quienes reparten, y les es añadido más: y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza. El alma generosa será prosperada.” Y Pablo asegura: “El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, también generosamente segará.”
El mensaje es claro. Cuando menos le des al Señor, más gastarás en medicinas, hospitales, cuentas, deudas y emergencias. No es que Dios te “castigue”, es simplemente que el diablo te lo gastará, de mala manera y más caro.
Cada vez que he investigado el origen de permanentes crisis, he encontrado que la avaricia, el egoísmo y la indiferencia, están presentes en muchos casos. A la frívola y legalista iglesia de Galacia, el Espíritu Santo le advierte: “El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye. No os engañéis; Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.”
Permíteme repetirlo clara y seriamente: “El diablo cobra muy caro”. Y a partir de ahora aumentará sus intereses, porque lo que le quitas al Señor se te convertirá en deudas muy costosas.
Pregúntate acerca del origen de tus problemas e investiga tu corazón. Porque Dios asegura que: “El alma generosa será prosperada”.
Tomado del libro: De Un Corazón Pastoral por el Dr. Carmelo B. Terranova