Desde Canadá, Dios levantó a Alberto Benjamín Simpson para liderar un movimiento global. Ingresó al ministerio a los 21 años en Hamilton, Ontario, luego de graduarse de la Universidad Knox.
En Louisville, Kentucky, comenzó a predicar evangelísticamente para que la gente se salvara. El próximo paso del Señor, fue enviarlo a la ciudad de Nueva York, en la Iglesia Presbiteriana de la calle trece, donde sirvió a ricos y pobres, a inmigrantes italianos y banqueros de Wall Street.
El renunció a su acomodada iglesia de Nueva York, se hizo predicador independiente del Tabernáculo Metropolitano de Nueva York, fomentando las misiones, desarrollando su Teología del Evangelio Cuádruple: Cristo Salvador, Santificador, Sanador y Rey que viene.
En el año 1887 fundó la Alianza Cristiana y Misionera, un movimiento misionero para llevar el Evangelio a lugares donde nunca se había predicado. Murió en Nyack en 1919. Este año se está celebrando el centenario de la muerte de este hombre de Dios. Y Dios hizo el resto.
Carmen Peterson, Directora de Misiones