Cada año, después del día de Acción de Gracias, el tema de la Navidad surge de alguna manera en nuestra agenda. Ya sea porque los comerciantes comienzan a recordárnosla con sus ofertas o porque comienza el reclutamiento y los preparativos para las cantatas navideñas y los dramas alusivos a la época. De allí en adelante todo el mundo comienza paulatinamente a aprestarse para las fiestas. Poco a poco las luces de colores comienzan a hacerse presente en los arboles de pino, en las casas, en parques y en negocios. Sin duda que nuestro mundo festeja la Navidad.

Navidad es el momento crucial en que Dios llega al hombre y a la mujer;” vimos su Gloria, Gloria como la del Unigénito del Padre”. Navidad es el comienzo, pero también el cumplimiento de la gran profecía Bíblica: “Dios habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los Padres de los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por su Hijo, a quien constituyó heredero de todo… (Hebreos 1:1-2) ¡Qué gran verdad, y qué esperanza para nosotros! Y por supuesto lo festejamos con alegría. Entonces debemos preguntarnos: ¿Cómo desearía el Señor que lo festejemos?

En primer lugar, Él quiere que lo Celebremos con un corazón limpio. Dios, en Su Palabra, nos enseña que le gustaría ver en nuestros corazones varias cosas: Misericordia y no sacrificio; Amor práctico más que altruismo humano; un corazón obediente más que alabanzas ardientes. En segundo lugar, que lo Celebremos como Familia. Que nuestras familias sepan que celebramos la Natividad. En tercer lugar, que lo Celebremos como Iglesia. Celebremos como una Familia Espiritual. Invitemos amigos, compañeros, que vean cómo celebramos el cumpleaños de Jesús en nuestra Iglesia. Cristo es el objeto y el centro de la Navidad. ¡Feliz Navidad! Y que el Señor Jesucristo disfrute de Nuestra Celebración.

Pastor Luis O. De León

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