“Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces el vino romperá el odre y se pierde el vino y también los odres; sino que se echa vino nuevo en odres nuevos.” Marcos 2:22
En la medicina hay un término científico que describe lo que va ocurriendo con nuestras venas al pasar los años. Se llama arteriosclerosis, que no es otra cosa que el endurecimiento de las arterias, causando una disminución en el flujo sanguíneo y problemas serios de salud como derrames y aneurismas. Este fenómeno también ocurre desde la perspectiva espiritual, muchos cristianos han desarrollado arteriosclerosis espiritual, es decir se van endureciendo con los años, donde las verdades conocidas se convierten en las experiencias más desconocidas. Sabemos que hay que leer la Biblia, pero solo queda una referencia informativa, sabemos que hay que evangelizar, pero no lo hacemos porque otro lo hará.
La sintomatología es evidente: comienzas a caer en el letargo espiritual, no tengo ganas de ir a la iglesia, prefiero mi preferencia a la obediencia, siento apatía o aburrimiento por las cosas de Dios o peor aún, me voy acostumbrando, acomodando, resignando y rezongando de tal manera que me convierto en un religioso rutinario, pero muy lejos de mi primer amor que daba frescura y expectativa a la vida cristiana. Jesús le llama a eso odres viejos que han perdido la capacidad de recibir las bendiciones de una vida renovada que se parezca a Jesucristo. Estos odres viejos los veo todos los días, indiferentes, distantes, conocedores de las verdades bíblicas que eventualmente se convierten en testigos en contra de ellos mismos. Más que gozo, en sus rostros lo que se refleja es una mueca de tristeza e insatisfacción espiritual.
Dios quiere renovarte, llenarte y usarte para Su gloria, pero no puede depositar el vino de una vida abundante porque tus odres están rígidos, inflexibles e incapaces de recibir la bendición de Dios. ¿Qué hay que cambiar? ¿En qué estoy fallando? ¿Soy un profesional religioso o un profeta de Dios? Cuando contestes estas preguntas con honestidad, estarás listo para la renovación de ese odre viejo en uno nuevo y comenzar a recibir el vino nuevo de las bendiciones que Dios tiene reservadas para ti.
Pastor Luis O. De León