La vida está llena de noes, de quejas y de protestas. Poco a poco el corazón se amarga, la mirada pierde brillo y nos convertimos en una sombra negativa que produce temor, rechazo y muchas veces compasión. 

Dios busca gente que diga sí.

Sí a una vida de mayor oración. Que diga sí a una pasión profunda por amor a la Palabra de Dios y que rechace con energía las amargas palabras de hombres y mujeres que murmuran y se quejan. Que digan sí al amor entre los hermanos. Que no sean falsas palabras de hipocresía de un amor mentido, y que se conviertan en hombres y mujeres que amen a gente que cuesta amar, que piensan distinto a nosotros y que nos lastiman con sus actitudes. Ese sí rotundo que resonó en los cielos cuando Jesús dijo sí al Padre y vino a buscar a esta basura pecadora que éramos nosotros sin Dios, sin Cristo y sin esperanza.

Gracias por decir sí a tantas actividades de la iglesia que sin querer cuestionarlas deseamos apoyarlas. Un sí al cuidado de la iglesia, un sí al Programa de Mayordomía de una iglesia que sueña con vivir lo que enseña. Un sí a los cultos de oración, que los huimos como si fueran una carga; un sí a estar al lado de los jóvenes para amarlos en vez de criticarles.

Un sí tan grande, tan rotundo, que sea el eco de la Palabra de Dios.

Tomado del libro “Un Corazón Pastoral” del Dr. Carmelo B. Terranova

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