La manera que tratamos a las personas, pueden ser un indicativo bastante grande de la cantidad de bendiciones y gracia de Dios que estemos experimentando en nuestra vida. Mi esposa, Carmen, trabaja en el recetario de una importante farmacia en Puerto Rico. Ella me contó que una cliente llegó al recetario malhumorada, con una actitud agresiva y violenta, reclamando el despacho de su medicamento de una manera grosera y, no cordial. La reacción inicial de mi esposa, fue señalarle que su comportamiento es inadecuado, y tenía razón para ese señalamiento. Sin embargo, mi esposa prefirió aplicar lo que dice la Biblia en Romanos: “No paguéis mal por mal; no seas vencido de lo malo, vence con el bien el mal.” Comenzó a hablarle con amabilidad, paciencia y amor; de repente el rostro de la señora se fue transformando, de una cara de enojo a una de vergüenza. La señora se fue, y luego de una hora, regresó pidiendo perdón. Para sorpresa de mi esposa, la dama confiesa que es cristiana y que ella sabía, por la manera que mi esposa reacciono que era una mujer de Dios y que aprendió una gran lección.
Conquistamos más andando en el amor de Dios y siendo corteses, aunque hayan sido descorteses con nosotros, que reaccionando de manera airada y descontrolada, aunque “tengas razón”.
La Biblia enseña, que debemos amar a nuestros enemigos y hacer bien a los que nos ultrajan y nos persiguen (Mateo 5:44). Nosotros debemos vencer el mal con el bien, y cuando alguien te lastima, la única manera de vencer, es mostrando misericordia, perdonándoles y haciendo lo correcto para la gloria de Dios. Usted estará pensando, “pero no puedo permitir que me tomen de tonto o tonta y abusen de mí.” Esa es la reacción natural, y Dios quiere que estemos por encima de lo natural y lo que enseña nuestra sociedad. Además, hay alguien que te va a defender. Dice Romanos 12:19: “No os venguéis vosotros mismos por que el Señor dice, mía es la venganza, yo pagaré.”
Cuando eres bueno con las personas, cuando les hace bien, Dios se las arregla para que otros te defiendan y te den buenas cosas a ti.
Pastor Luis O. De León