…prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Filipenses 3:14
La Biblia entera está llena del deseo de Dios. De cada página brota el anhelo de que tengamos lo mejor de lo mejor. Lo mejor de la bendición de Dios, lo mejor del gozo espiritual, lo mejor de la aprobación del Espíritu Santo, lo mejor de los dones espirituales, lo mejor de las promesas de la eternidad. Pablo dobla sus rodillas y reclama al Padre de nuestro Señor Jesucristo que Él nos “dé conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu”.
Algunas veces tu rechazas lo mejor de Dios, por seguir lo mejor de tus opiniones o lo mejor del mundo, o lo mejor de tu naturaleza caída. Finalmente, consigues lo mejor de ti, pero no lo mejor de Dios. Y no eres feliz.
Si tu corazón no está satisfecho, tu vida no produce fruto, las oraciones son pobres y hay raíces de amargura en tu vida espiritual, entonces no tienes lo mejor de lo mejor, lo Mejor de Dios. Es tiempo de preguntarte: “¿Qué cosa buena he puesto en mi vida que le ha quitado a Dios lo mejor de lo mejor?”
Dios sigue insistiendo. Él quiere para ti lo mejor de lo mejor; que seas hecho y formado a la imagen y semejanza del Señor Jesucristo, y que cada día sepas escoger lo mejor de lo mejor; rechazando lo bueno, lo excelente, lo mejor de todo lo mejor del mundo, la carne o el diablo te ofrezca. Lo mejor de lo mejor, es lo que quiere mi corazón, es lo que anhela el Espíritu Santo dentro de mí, es el mismo gemido del corazón buscando una vida que agrade a Dios y produzca frutos y perfume espiritual.
Yo quiero lo mejor de lo mejor, todo lo demás es basura.
Tomado del libro “Un Corazón Pastoral” del Dr. Carmelo B. Terranova