Es la costumbre hacer un repaso del año que se va y algunas proposiciones para el año que viene. Ambas cosas son buenas, la primera refleja realismo, la segunda optimismo. Hay en el mundo demasiadas quejas, razonables algunas, infantiles otras. Yo quiero agradecer.
Agradezco a Dios simplemente por Jesucristo, si no fuera por Él no estaría salvo y mi vida sería peor que la del animal más inferior de la creación humana. Aun me avergonzaría ser un gusano. Doy gracias a Dios por Jesucristo.
Agradezco a Dios por la Iglesia que Él compró con su sangre. Afortunadamente no es tan perfecta que pueda rechazar a los imperfectos, ni tan imperfecta que no permita una luz de esperanza para cuantos quieran vivir una vida de santidad.
Agradezco a Dios por su bendita Palabra cuyas promesas son faros de luz radiante en medio de la noche oscura y solitaria. Y por la dulzura de la oración que desde este ínfimo rincón de la tierra me permite hablar con el maravilloso Rey del universo en el trono de la eternidad.
Agradezco a Dios por los pesares, las tristezas, las lágrimas, las angustias y las largas horas de insomnio y congoja que me permiten soñar con el cielo como el destino final de toda mi vida, mientras aun disfruto de la consolación del Espíritu Santo.
Agradezco a Dios por todo, en todo y para todo y alabo Su nombre por este año que nos ofrece. ¿Me acompañarías tú también a ser agradecido a Dios?
Oración: Señor, te damos gracias por un nuevo año que nos das. Permítenos ver y agradecer Tu bendita misericordia. Amén.
Tomado del libro Un Corazón Pastoral del Dr. Carmelo B. Terranova