La Biblia declara en Apocalipsis 1:6, que no importa tu raza, cultura e historia; en Cristo somos reyes y sacerdotes. Esta es nuestra posición delante de Dios y deberíamos comportarnos a la altura de los que somos en Él. Con esto no quiero decir que seamos personas arrogantes, pedantes, ni que pensemos que somos superiores, porque esto no coincide con el carácter del cristiano. Pero sí, esto implica que tenemos autoridad, poder y unción del Espíritu Santo para proclamar sus virtudes en medio de las densas tinieblas que vivimos.

A veces, hay una gran distancia entre lo que Dios ha dicho que somos y como vivimos la vida cristiana. Me parece que en muchos casos tiene que ver donde colocamos nuestra mirada.

Cuando nos miramos a nosotros mismos, si somos honestos, serán decepcionantes las expectativas para una vida diferente. Pero si miramos a Dios, nos sorprendería descubrir que se abren infinitas posibilidades para nuestra vida, no importa cuán bajo hayamos caído o cuán lejos estemos de Dios.  

Dios tiene un propósito, un objetivo. En cada cristiano hay un tremendo potencial. Él te llama a ser candidato a Rey. La Biblia entera está llena del deseo de Dios. De cada página brota el anhelo de que tengamos lo mejor de lo mejor. Lo mejor de la bendición de Dios, lo mejor del gozo espiritual, lo mejor de la aprobación del Espíritu Santo, lo mejor de las promesas de la eternidad.

Anímate y esfuérzate, manos a la obra. No temas, ni desmayes, hay mucho que hacer, hay sueños, metas, planes. Se fiel al Señor y vendrá la bendición. NO te conformes con las migajas que caen de la mesa del Rey, siéntate y come del manjar preparado para aquellos que han sido llamados a ser Reyes y Sacerdotes.

Pastor Luis O. De León 

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