Parece que, en estos días, sumergidos en la violencia que arropa al mundo entero, hablar de perdón es una aspiración romántica y fantasiosa. Sin embargo, la ausencia de misericordia y perdón, siguen destruyendo personas, niños, jóvenes, matrimonios, familias y naciones. Preferimos utilizar la palabra “discúlpame”, que la palabra “perdón”, porque la primera habla de excusarme, pero la segunda haba de humillarme.
Hay tres escalas del perdón:
- El perdón del Salvador– Es de Dios hacia nosotros. A veces nos cuesta perdonar porque nunca pensamos en el perdón de Dios.
- El perdón cotidiano – Dice 1 Juan 1:9- “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.” La mejor terapia de sanidad es confesar a Dios nuestros pecados reales o hipotéticos, es decir, lo que sabes que hiciste y lo que piensas que hiciste.
- El perdón cristiano – Dice Colosenses 3:13- “Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.” La Biblia hace un énfasis simultaneo en ser perdonado y perdonar. Si no perdono, Dios no me perdona. Eso explica la amargura y enfermedades de muchas personas. Cuando no perdono hay un sentimiento de culpabilidad, una sensación de enemistad y un sentido de inseguridad. La persona cristiana, si no ha perdonado tiene estas amargas experiencias, porque Dios le retira la seguridad de su perdón.
Usted preguntará: ¿Cómo puedo perdonar bíblicamente? Lo primero que tiene que entender es que usted humanamente no tiene esa capacidad de perdonar como Dios perdona, a menos que dentro de usted viva el perdón del Espíritu Santo que nos concede DOS ATRIBUTOS SUYOS: EL PODER DEL AMOR Y EL PERDÓN. Cuanto más los usamos, más nos parecemos a Él.
Por lo tanto, AMA INTENSAMENTE Y PERDONA EXTENSAMENTE Y disfrutarás de la paz y la armonía del arte de perdonar.
Pastor Luis O. De León