Escuchaba con atención la información estadística que compartía un funcionario del Departamento de la Familia. Decía esta persona que, de 100 delincuentes entrevistados, 70 de ellos provenían de hogares de padres separados, divorciados o disfuncionales. Esto no es nuevo, pero confirma de manera documentada, la profundidad de la crisis en que está sumergida la institución del matrimonio y por ende la familia. Una sociedad sólida tiene hogares sólidos. Nuestra sociedad moderna ha violentado las normas morales y los valores absolutos establecidos por Dios y están pagando las consecuencias de lo que han sembrado.

Por el otro lado, una iglesia sólida tiene matrimonios sólidos. Por lo tanto, la iglesia está llamada a ser la referencia y el modelo de un matrimonio espiritual, sano, amoroso y feliz para la sociedad de hoy. Las mejores intenciones no son suficientes, hace falta volver al patrón bíblico de lo que es un matrimonio y un hogar.

Dice Proverbios 24:3 – “Con sabiduría se edificará la casa, y con prudencia se afirmará; y con ciencia se llenará las cámaras.” La palabra Edificar tiene dos vertientes etimológicas: el primero del latín “Aedes”, que significa fogón o chimenea que es el lugar donde el centro de las reuniones familiares se realiza. El segundo del griego “Oikadomeo”, donde “Oika” significa familia, hogar, casa y “Domeo” construir. Para edificar el hogar se comienza por el matrimonio. El esposo edifica a su esposa alabándola, amándola, cuidándola y respetándola. La esposa edifica a su esposo respetándolo, alabándolo, cuidándolo y respondiéndole amorosamente. Eventualmente, como una consecuencia natural, los hijos serán amados, bendecidos y edificados.

Cuando nos proponemos edificar el hogar, tenemos que estar atentos e identificar los enemigos que destruyen el matrimonio, y por ende la familia como el machismo, orgullo, feminismo, egoísmo, ausencia de comunicación, infidelidad, falta de respeto y la nueva ideología de género, una distorsión total de los roles de la familia. A la hora de edificar no busquemos los defectos, siempre los encontraremos. Busquemos las virtudes, serán tan grandes que opacarán los defectos. Edifiquemos hogares felices para la gloria de Dios y bendición de la familia, iglesia y sociedad. Comencemos AHORA.

Pastor Luis O. De León

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