Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es CRISTO EL SEÑOR.
Cuando hablamos de arbolitos, luces que resplandecen, cantatas y villancicos, hablamos de cosas conocidas. Y luego del pesebre, de los pastores y los ángeles, y la anciana Ana y los reyes magos (que ni eran reyes ni eran tres) y seguimos hablando de cosas conocidas que poca o ninguna importancia le damos. Por centenares de años hemos repetido las escenas con infinitos variantes y con esperanzada y sincera honestidad decimos: ¡Feliz Navidad!
Pero no era ese el propósito de Dios. Ni lo siguió siendo. Y pienso que la iglesia ha perdido la pista, y se une al coro multitudinario de cantos navideños sin que signifique una revolución espiritual.
Dios habló de feliz novedad. Los ángeles dijeron a los pastores: ¡He aquí os doy nuevas de gozo! En otras palabras: Os traigo una Feliz Novedad. Eso es el cristianismo, eso es el evangelio: Buena nueva, feliz novedad. Jesús se lo explicó a Nicodemo con mucha claridad: “Tienes que nacer de nuevo”. ¡Esa es la novedad! Eso es conversión. Sólo eso y nada más que eso, significa la Feliz Novedad.
Y es lo que yo encontré y lo que quizás tú necesitas. Por eso termino con esta encantadora frase: ¡Feliz Novedad!
Tomado del libro Un Corazón Pastoral por el
Dr. Carmelo B. Terranova