Una iglesia se ha convertido en el refugio de miles de inmigrantes en la frontera de México y EE. UU, los cuales han inundado el lugar y encontrado a Jesús. Ubicada en Tijuana y dirigida por el pastor Gustavo Banda, la iglesia Embajadores de Jesús brinda a todos aquellos que están en la frontera por problemas migratorios y buscando un mejor futuro económico para ellos y sus familias, consuelo, descanso y paz en Jesucristo en un área que no muchos desean visitar. No hay caminos de pavimento y la basura abunda en las carreteras y calles de tierra sin contar que el crimen está a la orden del día en el lugar, pero esta zona rural con todas sus necesidades ha sido y es el refugio de muchas personas que están varadas entre dos países. Banda, junto a su esposa Zaida Guillen, se mudaron a Cañón del Alacrán cuando a través de un sueño, el pastor dice haber escuchado al Señor decirle que viviera en ese lugar, aunque no supiera ni siquiera en donde quedaba exactamente. Desde 2011, la Iglesia Embajadores de Jesús funciona en el corazón de esta comunidad, celebrando sus servicios dominicales, caminos difíciles, visitas de casa en casa además de atender las necesidades tanto físicas como espirituales de las personas. Fue en 2016 cuando muchos haitianos llegaron escapando de la pobreza y los desastres naturales que se viven en su país buscando un futuro mejor haciendo un camino en la frontera, el crecimiento de la población llegó hasta 22.000 personas, solo contando a los haitianos; y desde entonces, las puertas de la iglesia se han abierto a muchas más personas de otros países. “Comenzó con migrantes provenientes de Haití, África, Pakistán y Medio Oriente. Hoy, principalmente tenemos gente de El Salvador, Guatemala, Ecuador, Nicaragua, Colombia y algunos de México. Es difícil de decir, pero estimamos que unas 35.000 personas han pasado fácilmente por la iglesia», explicó para CBN News. Muchos de los migrantes que se quedan en el lugar son atendidos por alrededor de seis meses, reciben tres comidas al día y en lo posible, tratan de cubrir sus necesidades, haciendo que el suelo de la iglesia sea un dormitorio enorme, donde muchas veces no hay espacio suficiente para caminar. Con ayuda de otras iglesias y ONG, tienen alimentos y suministros básicos al menos por seis meses antes de que crucen la frontera; muchos de los niños son capacitados para una nueva vida dentro de EE. UU, por eso cada día el pastor Banda y el equipo de servidores hacen todo su esfuerzo para que Jesús se quede en los corazones de esas personas.
Carmen Peterson
Directora de Misiones