Hace 63 años, el gran pastor, evangelista y hombre de Dios, Leonard Ravenhill, escribió lo siguiente: “No ha sido en tiempo de popularidad, sino en los de persecución, cuando la iglesia ha triunfado. Entonces, ¿Por qué tarda el avivamiento?:
- Porque el Evangelio está altamente comercializado– Estos modernos predicadores que cambian de trajes dos o tres veces al día, predican a Jesús del establo, pero ellos buscan los hoteles de cinco estrellas.
- Porque se ha puesto el Evangelio demasiado barato– Los evangelistas hoy día están dispuestos a todo, con tal de lograr que unas pocas personas se levanten y vengan al altar, evitando mencionar el pecado y la condenación, para que los resultados sean más fáciles, y no tan difíciles.
- Porque hay poca atención a las almas– Se emplea poco tiempo en orientar, enseñar y discipular a los creyentes. Con tal negligencia espiritual, no es extraño que los fieles se encuentren confusos y aturdidos.
- Porque hay mucho temor– Tenemos temor a que nos ridiculicen cuando compartimos el evangelio. Si fuéramos la mitad de los cristianos que profesamos ser y tuviéramos una décima parte del amor de Dios, que diferente seria nuestro mundo.
- Porque falta ardor en la oración– El mayor factor que retrasa el avivamiento del Espíritu Santo es la falta de dolores de parto para el alumbramiento de almas regeneradas.
- Porque quitamos la gloria que pertenece a Dios– Se escucha en las grandes reuniones de líderes y pastores: “Mi programa de radio”, “Mi iglesia”, “Mis libros”, “Mis títulos académicos” … y la sentencia del Señor que dice: “y ustedes no buscáis la Gloria que solo de Dios viene”.
Definitivamente, coincido en todo lo que expresa aquí Ravenhill. Nos toca ahora a nosotros, con honestidad revisar nuestra vida espiritual, dejar que el Señor nos examine y preguntarnos: “¿Soy yo Señor que estoy deteniendo el avivamiento?” ¡Que el Señor nos ayude!
Pastor Luis O. De León