Un aumento impresionante de reclusos que se rinden a Cristo se está dando en cárceles de Argentina. El fenómeno espiritual está transformando las vidas de los internos. Criminales, ladrones y asesinos han experimentado un intenso cambio de vida.

 Las conversiones de presos a la fe cristiana aumentan y se hacen cada vez más comunes en el país. Este es el caso de Jorge Anguilante, del penal de Piñero, en Rosario, la ciudad más violenta de Argentina. El hombre corpulento de 1,80 m, que era sicario, aprendió sobre el Evangelio en la cárcel y ahora es pastor y ayuda a otros condenados a conocer a Jesús.

En 2014, Jorge fue sentenciado a 12 años de prisión por asesinar a un hombre de 24 años disparándole en la cara. El ex-criminal dijo que el rostro de la víctima lo atormenta por las noches en su celda y que recurre a la oración para disipar los recuerdos perturbadores.

La provincia argentina de Santa Fe y su capital, Rosario, están llenas de historias como la de Jorge. Muchas personas en la región comenzaron a vender drogas en la adolescencia y entraron en el mundo de las pandillas y quedaron atrapadas en un ciclo de violencia. La vida en el crimen los ha llevado a algunos a la tumba y a otros a cárceles abarrotadas.

“El 80% de los delitos en Rosario son cometidos por jóvenes pistoleros que prestan servicios a bandas de narcotraficantes, cuyos jefes están en prisión y mantienen el control de negocios criminales en las cárceles”, dijo Matías Edery, de la Unidad de Crimen Organizado de la Provincia de Santa Fe. 

Durante los últimos 20 años, las autoridades penitenciarias argentinas han permitido la creación de bloques evangélicos en las cárceles, donde los presos que se han convertido en cristianos los manejan, junto con agentes. En la cárcel de Rosario, al bloque evangélico se le conoce como “la iglesia”. Las unidades cristianas son similares a los otros bloques, cuentan con cocina, televisores y equipo de sonido, que se utilizan para servicios. Pero son más seguros y silenciosos que las unidades normales.

Llevamos la paz a las cárceles. Nunca hubo un tumulto dentro de los bloques de células evangélicas. Y eso es mejor para las autoridades”, explicó David Sensini, pastor de la iglesia Redil de Cristo, que realiza labor evangelística en el penal de Rosario.

En los bloques evangélicos existen reglas contra las peleas, fumar, consumir alcohol o drogas. Los presos que infringen las reglas son devueltos a la prisión normal. Alrededor del 40 por ciento de los aproximadamente 6,900 reclusos de Santa Fe viven en celdas evangélicas, según Walter Gálvez, subsecretario de asuntos penitenciarios de la provincia. 

Carmen Peterson

Directora de Misiones

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