La hermana Dabney fue una creyente humilde que se dedicaba a orar. Su marido, pastor de una gran iglesia, fue llamado a iniciar la obra en un lugar de mala reputación y habitado por gente en su mayoría pobres. Al primer culto no vino ningún oyente; solamente ellos dos asistieron. Se quedaron desilusionados. Era un campo dificilísimo; el pueblo no solo era pobre, sino también depravado. La hermana Dabney vio que no había esperanza, a no ser que clamase a Dios. Ella hizo un compromiso con Dios, que si Él atraía a los pecadores a los cultos y los salvaba, ella se entregaría a la oración y ayunaría tres días y tres noches en el templo, todas las semanas, durante un periodo de tres años. Todo esto ocurrió en Inglaterra.

Dios comenzó a obrar enviando pecadores en tan gran número, que el salón quedaba repleto de oyentes. Oraron por un salón más grande y Dios le concedió un edificio comercial, el cual también se llenó a capacidad. La hermana Dabney oró nuevamente por un lugar más amplio y Dios le dio un gran templo situado en la calle principal de ese barrio. El templo acomodaba unas 6,000 personas, el cual se llenó a capacidad, de tal manera que la gente quedaba afuera en la calle de pie escuchando el mensaje y allí recibían a Cristo como su Salvador. 

¡Qué historia fenomenal! Cuando se levantan grandes conflictos en el mundo, cuando la oscuridad es más tenebrosa, cuando la declinación moral llega a su punto más bajo, cuando la iglesia llega a estar fría o muerta es TIEMPO DE AVIVAMIENTO. VÍVELO HOY.

Pastor Luis Orlando De León 

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