Solo un manso puede ser interiormente fuerte, esa fortaleza interior muy superior a la fuerza física o intelectual. Y un cristiano fuerte siempre tendrá hambre y sed de justicia. Cuando esas dos cosas ocurren, inevitablemente, ese cristiano será misericordioso.

¿Qué significa ser misericordioso? Vamos a analizar esta extraordinaria palabra Misericordia. Esta palabra aparece 388 veces (372 como tal y 26 como misericordioso), 70 veces en el Antiguo Testamento. La palabra griega es Eleémon y significa: compasión que mueve a la acción La palabra hebrea Kjésed significa: meterse en la otra persona para mirar con sus ojos, pensar con su mente, y sentir con su corazón. Es decir la misericordia no es un sentimiento pasivo, es un sentimiento activo. En una palabra: No hay misericordia sin acción. La palabra latina para misericordia es “Misererecordis”, que significa: “Piedad del corazón”, o tener un corazón como el corazón de Dios. No es pasar por alto los pecados, es sentir profundamente lo que el otro siente.

Ser misericordioso no es silenciar el pecado, no es ser permisivo, ni tampoco complaciente, no es decir: “¡Hazlo! No hay que ser tan fanático, además Dios es bueno.” La misericordia produce un sentimiento de compasión que busca aliviar el sufrimiento y su causa. Es tener ternura de corazón con aquellos que están a merced de nuestra venganza o justicia. Es tener una clara visión del castigo final por causa del pecado y tener compasión por los perdidos y ejercer acción salvadora.

Dios nos pide que seamos misericordiosos, que extendamos nuestros brazos y levantemos a aquellos que están en la miseria. Seamos la diferencia en medio de una sociedad egoísta y elitista, porque hay una Bienaventuranza para aquello que son misericordiosos; Alcanzarán misericordia. ¡Amen!

 Pastor Luis O. De León