No, no es un error ortográfico. Este fue el título que utilizó en su desafiante libro, Robertson Mcquilkin, para llamar la atención sobre el descuido de la Iglesia moderna a la pasión misionera y al evangelismo mundial. En su libro, Robertson señala cuatro razones por los cuales las misiones sufren:

1- Las misiones sufren por cristianos que no se preocupan mucho por las cosas que a Cristo le preocupan muchísimo.

2- Las misiones sufren cuando los cristianos están ignorante de las necesidades del mundo, y no ven a los millones de perdidos, sin iglesia, que a nadie le preocupa.

3- Las misiones sufren cuando los miembros de la iglesia asumen que Dios va a obrar de alguna manera si quiere que los inconversos del mundo vengan a Él.

4-Las misiones sufren cuando no se predica y enseña del tema según las Escrituras, y la Iglesia no siente el llamado en su corazón para ir adelante y evangelizar a todas las naciones y pueblos.

Estoy muy de acuerdo con lo que expresa Robertson. Por el otro lado la fuente del avivamiento misionero es el Espíritu Santo. El va a crear un interés fresco por las misiones, les dará ojos para ver un mundo perdido y herido. Muchos escuchan lo que Dios está haciendo en otros lugares y desean sinceramente ser parte del movimiento de Dios en el mundo. Ellos se preguntan: ¿Por dónde empezar?

La clave para la respuesta a ésta pregunta se encuentra en regresar a la Biblia, y redescubrir lo que dice acerca de la evangelización mundial. La Alianza Cristiana y Misionera nació por la visión y pasión del Dr. Alberto B. Simpson, impactado por el versículo 14 de Mateo 24 que dice: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. Esto lo llevó junto con otros colegas al convencimiento de cumplir La Gran Comisión.

Te pregunto: ¿Eres parte de La Gran Comisión o La Gran Omisión?

Pastor Luis O. De León

 

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