Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y a todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. I Pedro 5:5

“Tienes que obedecer porque soy tu padre”. “Tienes que obedecerme porque soy tu esposo”. “Tienes que hacer caso porque soy el Pastor”. “Tu deber es obedecer porque aquí mando yo”. Frases como estas no son raras, se usan a menudo. Lo dramático del caso es que a veces se utiliza la Biblia para respaldarlas: “La Biblia dice que hay que sujetarse al esposo”. “La Biblia dice que los hijos tienen que obedecer a los padres”. “La Biblia dice que hay que sujetarse a las autoridades”, etc. Y más etc.
La Biblia enseña la autoridad delegada. Es la autoridad que viene de Dios; no es la autoridad impuesta por una posición. De Dios viene la autoridad, y solo la pueden ejercer quienes están bajo autoridad de Dios. Una persona que respeta la autoridad delegada por Dios tiene autoridad para que reconozcan su autoridad. La Biblia enseña la autoridad representativa. Cuando mi comportamiento, conducta, ejemplo y dignidad son cuestionadas, no tengo ninguna autoridad para exigir respeto por mi autoridad. La gente te respetará por lo que tú eres, no por tu imposición. Por no entender esto, por querer imponer una autoridad equivocada, tenemos rebeldía de parte de los hijos, rechazo de parte de las esposas, violencia de parte de la sociedad y anarquía en el comportamiento. Solo una vida sujeta a Dios, respetada y responsable puede esperar que los otros acepten su autoridad.

Tomado de el libro Un corazón Pastoral por el Dr. Carmelo B. Terranova.

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