Nuestro concepto de paternidad tiene varias vertientes que definen lo que es o será nuestro hogar:

1-El modelo que tuvimos de nuestro padre en el hogar. Sea bueno o malo el modelo de nuestro padre, influirá en nuestra relación con nuestro cónyuge e hijos.

2-Los conceptos mundanos y machistas de nuestra sociedad. Tanto el machismo como el feminismo desfiguran el concepto bíblico de la paternidad balanceada y espiritual. Como consecuencia tenemos padres proveedores, pero no veladores de la vida emocional y espiritual de la familia.

3-Ignorancia de los principios fundamentales de ser padres. Lamentablemente mucha delincuencia juvenil tiene que ver directamente con la delincuencia paternal. Hay hombres que no saben ser padres, ni autoridad e inclusive han perdido la admiración y respeto de sus seres queridos.

Somos la suma total de estas tres influencias. El conocer estos conceptos nos debe conducir a un autoexamen de nuestro desempeño como padres. Debemos preguntarnos: ¿Estoy siendo el padre que Dios desea? ¿Estoy llenando las expectativas como sacerdote del hogar? ¿Qué piensa mi esposa y mis hijos de mí como padre? El justificar nuestras actitudes y conductas equivocadas en el desempeño como padre, no resuelve el conflicto y conduce directamente a una disfunción familiar.

Dios quiere que cumplas el rol del sacerdocio en tu familia. El sacerdocio de los padres, básicamente consiste en dos cosas:

1-Presentar a Dios ante los hijos.

2-Presentar a los hijos ante Dios.

Como sacerdote: ¿Oras con tu esposa e hijos?, ¿Lee las Escrituras y diriges el culto familiar? ¿Dedicas tiempo para conocer las inquietudes espirituales de la familia? ¿Eres el primero en asistir a la Iglesia como ejemplo a seguir para tu esposa e hijos? Si no lo has hecho, tu familia te está pidiendo a gritos que seas SACERDOTE DEL HOGAR. Nunca es tarde para comenzar. Comienza HOY.

 

 

Pastor Luis O. De León

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