Estamos en las postrimerías de este año eleccionario, y por supuesto, abundan las promesas, los ataques y las protestas. Cuando se le preguntó a una persona – que con pancarta en mano- señalaba las razones de su discrepancia, éste mencionó con entusiasmo enérgico: “Tenemos derecho a protestar”.
¿Y nosotros como cristianos, tenemos derecho a protestar? Posiblemente habrían varias respuestas, algunas a favor: “¡claro que sí! “Y otras más diplomáticas: “Estamos llamados a ser agentes de paz”. Pero yo le pregunto mí querido lector: ¿Alguna vez usted se ha enojado con Dios? ¿Alguna vez ha protestado contra Dios? No le ha dicho al Señor; ¿Hasta cuándo tanta violencia, dolor y muerte? ¿Qué esperas Señor para intervenir? Son preguntas honestas y Dios a veces permite nuestras protestas.
El profeta Jeremías también protesta contra Dios en varias ocasiones. Habían cosas que el profeta no entendía y con franqueza medular protesta contra Dios. Para nuestra sorpresa, el Señor escucha sus reclamos y ofrece respuestas increíbles. Muchas veces como cristianos tenemos congojas, amarguras, dolores, que quisiéramos gritar a los cuatro vientos y no nos atrevemos porque pensamos que ofendemos a Dios. Déjeme decirle tres luces que surgen del libro de Jeremías:
1- Hay cosas injustas que no entendemos.
– Sí Job hubiera leído su propia historia, entendería mejor lo que le ocurrió.
– Hay cosas que no entenderemos en esta vida, pero Dios da sentido de paz.
2-Dios permite que proteste y te desahogue.
– No reprima tu corazón de tensiones, desahógate con Dios. Vuelca tus preocupaciones delante de Él.
3- ¡Protesta! Dios te va a escuchar.- Pensamos que Dios escucha las oraciones místicas, religiosamente elaboradas.
– Una protesta sincera del corazón tiene más resonancia que oraciones gramaticalmente perfectas.
Hace falta gente que pelee con Dios, pero pelea con el corazón quebrantado, encendido. No proteste como un rebelde, proteste como un hijo de Dios, porque TIENES DERECHO A PROTESTAR.
Pastor Luis O. De León