Cada año después de acción de gracias, el tema de la navidad surge de alguna manera en nuestra agenda. Ya sea porque los comerciantes comienzan a recordárnosla con sus ofertas del “viernes negro” – que para algunos literalmente es así, le deja el bolsillo en cenizas muy negras- o porque comienza el reclutamiento y los preparativos para las cantatas navideñas y los dramas alusivos a la época. De allí en adelante todo el mundo comienza paulatinamente a aprestarse para las fiestas.

Poco a poco las luces de colores comienzan a hacerse presente en los árboles de pino, en parque y negocios. Sin duda que nuestro mundo festeja en navidad. Y en Puerto Rico… ¡Ni se diga!

La navidad es el momento crucial en que Dios llega al hombre, vimos su gloria, gloria como la del unigénito. Navidad es el comienzo pero también el cumplimiento de la gran profecía bíblica: “Dios habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por su hijo, a quien constituyo heredero de todo… (Hechos 1:1-2). ¡Qué gran verdad, y que esperanza para nosotros!

La gran pregunta es: ¿Como deseará el Señor que celebremos su fiesta? El centro de la navidad es Jesucristo. Yo pienso que el Señor nos diría que la celebráramos:

                1- Con un corazón limpio. Dice mateo 5:8- “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.” Agradar a Dios, amarle y obedecerle. Fuera el rencor, la ira y el resentimiento.

                2Como familia. Más que el lechón asado, los pasteles y el arroz con gandules, procuren la paz, reconciliación y la armonía familiar en el amor de Cristo.

                3- Como Iglesia. Celebremos como familia espiritual. Invitemos amigos, vecinos, familiares, que vean cómo celebramos el cumpleaños del Señor.

Si celebramos la navidad así, le garantizo que será una sin igual. ¡Feliz Navidad! Y que el Señor también disfrute nuestra celebración.

 

Pastor Luis O. De León

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