Juan Mann, el protagonista de esta historia, se sentía solo. Sus padres acababan de divorciarse y recientemente había roto con su prometida. A su llegada a Australia, su país natal, nadie le esperaba en el aeropuerto.

 En ese momento, mientras veía a familiares y amigos abrazar a otros pasajeros, lo tuvo claro: necesitaba un abrazo  Con un simple cartón creó un cartel que decía en mayúsculas:  ABRAZOS GRATIS   Se colocó en una de las calles más transitadas de la ciudad sosteniendo el cartel, con la esperanza de que alguien parara a abrazarle.

Tuvieron que pasar quince minutos hasta que esto ocurriera. La primera persona fue una señora. Mann se sorprendió cuando comenzó a contarle que ese mismo día era el primer aniversario de la muerte de su única hija, que había muerto en un accidente de coche. Aquella mujer se sentía sola y lo único que necesitaba era un abrazo. Mann cuenta cómo la mujer se fue con una sonrisa en la cara.

“Ver a alguien que al principio aparece con el ceño fruncido y luego se marcha con una sonrisa… Sólo por eso merece la pena”.

ABRAZOS EN TODO EL MUNDO
Un día, Mann conoce a Shimon Moore, un hombre que se ofrece a grabarlo en plena acción. Meses después, el vídeo es colgado en Youtube. La popularidad del vídeo aumenta, y lo que comenzó como una simple necesidad en un momento concreto, se convierte en todo un movimiento mundial. Actualmente, el vídeo cuenta con 73 millones de visitas, y la campaña de abrazos gratis se ha extendido por muchos países. Además, parece ser que la iniciativa de Abrazos Gratis también se ha ido extendiendo poco a poco por las iglesias, y ya son varias las que utilizan esta idea como forma de evangelismo en la calle.