La navidad, para muchas personas son gastos, sueños, ropa, comida, esperanza frustradas y días sombríos… ¡Y nada más! Es curioso que en los últimos 38 años el suicido se acentúa mas y mas en el mes de diciembre. Parece que la gente al enfrentarse con las grandes preguntas del sentido de la vida y el propósito de vivir, sucumbe ante el vacío existencial de sus propias interrogantes, privándose de sus vidas.
Esto contrasta con lo que significa navidad. La navidad es tiempo de alegría, regocijo, villancicos, jolgorio. Pero todo esto se experimenta cuando Cristo es el centro de esta festividad. Cuando Cristo no es el objeto de esta época, el vacio del corazón se vuelve a sentir en enero. La razón es que este Cristo que ha fabricado el comercio, es para justificar la época, ignorando que Cristo es más grande que la época. El gran escritor Miguel de Unamuno decía: “Dios de los cielos, líbranos del Cristo de los hombres.” Esta expresión encierra una gran verdad. El Cristo de la cristiandad occidental es un Cristo impotente. Lo vemos en la cuna cuando es niño y en una cruz cuando es adulto. Las estampas religiosas tienen dos grandes Cristo: el impotente infante, el impotente crucificado. Entonces nace dos preguntas ante este escenario: ¿Dónde está el Cristo real que la gente necesita? ¿A que vino Jesucristo? A la luz de los evangelios el Cristo real y poderoso vino a cuatro cosas:
1- Mateo 9:9-13 – A llamarnos al arrepentimiento
2- Marcos 1:37,38- A predicar Buenas Noticias
3- Lucas 19:7-10- A buscar y salvar lo que se había perdido
4- Juan 10:7-10 – A darnos Vida Abundante
Hoy puedes disfrutar de estos cuatro regalos que son para ti. Te invito a que tengas un encuentro personal, con el Cristo real, el que nos habla la Biblia, el que no ha cambiado.
La mejor navidad es comenzar con Jesucristo en el corazón. ¡Amén!
Pastor Luis O. De León