Los militares en Mali, África Occidental, dieron un golpe de estado el 22 de marzo de 2012. Ellos estaban descontentos con la forma que el gobierno manejó un grupo separatista en el norte del país. En el tiempo resultante de inestabilidad, los grupos militantes tomaron el control de todo el norte de Mali y reclamaron la independencia un mes más tarde. Desde entonces, algunos informes indican que más de 400,000 personas han huido de la zona, instalándose en campamentos de refugiados en los países vecinos.  A pesar de todo lo que sucedió el año pasado en esta zona norte, la vida de las iglesias de la Alianza y de los trabajadores internacionales en lo que queda de Malí en el sur ha sido relativamente normal.  La gran mayoría de estas iglesias y los trabajadores están a cientos de kilómetros de distancia de territorio rebelde.  No había ningún indicio de que estos rebeldes iban a buscar maneras de moverse hacia el sur en lo que quedaba de Mali.  Por lo tanto, los ministerios en el sur, siguieron hacia adelante con un sentido relativo de calma.

En enero de 2013, todo eso cambió rápidamente. Los rebeldes invadieron y capturaron a dos ciudades en la región sur. Esto llevó a que el presidente de Mali solicitara ayuda inmediata de las Naciones Unidas y de Francia, ex potencia colonial de Mali. Los franceses respondieron de inmediato; ataques aéreos y tropas terrestres recapturaron las dos ciudades, obligando a los rebeldes a retroceder hacia el norte.  La mayoría de las iglesias de la Alianza y trabajadores internacionales se sintieron a salvo de nuevo debido a la presencia de tropas francesas y de la ONU.

Recientemente, la Embajada de Estados Unidos instó a todos los estadounidenses a salir de Mali.  Esto se debió a “rumores creíbles” de posibles ataques terroristas en las regiones donde  los trabajadores internacionales sirven. Por lo tanto, estos trabajadores decidieron salir en menos de 24 horas. A excepción de un pequeño contingente que se quedó en la capital de Malí, Bamako, y los que están actualmente en año sabático, los trabajadores de la Alianza se fueron a un país vecino. Las conversaciones se llevarán a cabo en los próximos días para tomar decisiones sobre el mejor camino a seguir para ellos a la luz de estos acontecimientos.  Todo esto deja a muchos hermanos de la Iglesia de Mali muy ansiosos con lo que puede deparar el futuro para ellos. Al mismo tiempo, los trabajadores internacionales están sintiendo el dolor, la incertidumbre y preocupación por las personas y el trabajo que dejaron atrás. Gracias a Dios, todos tienen la oportunidad durante estos tiempos difíciles de apoyarse en gran medida en el Señor, quien el salmista declara es la fortaleza de nuestros corazones y nuestra porción para siempre (Salmo 73:26).
Orar por la intervención, dirección, provisión y presencia poderosa de Dios y ser fiel en el apoyo económico

-animar a los trabajadores evacuados con notas de correo electrónico asegurándoles oración y apoyo

-interceder por las iglesias del norte de Mali, que muchas han  sido  saqueadas y destruidas y las del sur podrían  sufrir persecución

En tiempos así, podemos estar seguros que el Dios Eterno es nuestro refugio y nos sostiene en Sus brazos. (Deut.33:27)

Viviendo el llamado con  ustedes,

Bob Fetherlin, Vice Presidente de Ministerios Internacionales