Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios. Eclesiastés 11:9

 

La juventud es una de las experiencias más hermosas de la vida. Muy bien lo expresó el gran poeta nicaragüense Rubén Darío:- “Juventud, Divino Tesoro”

La juventud es una etapa irrepetible, se vive una sola vez en la vida. Aunque ser joven es una realidad cronológica, puede ser también una experiencia existencial. Se puede ser prematuramente viejo o largamente joven. Todo depende de las decisiones que estamos tomando diariamente y qué voces estamos escuchando.

Hay voces atractivas para los jóvenes de hoy:

-La sensualidad y la sexualidad – Dios creó la sexualidad dentro del contexto del matrimonio. Podemos corromper o embellecer lo más hermoso que Dios ha creado, si cedemos a las presiones de grupos y los anti valores de la sociedad moderna.

-La violencia en todos los niveles– El idealismo de la juventud es capturado por los explotadores del odio y la violencia. La agresividad que se desata en violencia nunca ha conseguido los más alto ideales para nuestra juventud, sino lamentablemente en muchos casos la muerte.

-La monotonía– Una vida que perdió el propósito de la vida. Se sumerge en la rutina y el hastío, el aburrimiento y la vacuidad. Muchos sin ideales, sin metas, ni sueños, sumergidos en las arenas movedizas de su propio orgullo y rebeldía.

Pero hay otra voz… la voz de Dios, que no limita, embellece. ¡Es permanente juventud! Fue la voz que escuchó aquel hombre Saulo de Tarso de camino en busca de poderes gubernamentales para destruir a los cristianos, que al escucharla, cae de rodillas y hace dos preguntas que cambiaron su nombre, la historia de su vida y la de aquella época: ¿Señor, Quien eres?, ¿Qué quieres que yo haga?

Si puedes distinguir la voz de Dios de entre todas estas voces atractivas y decides obedecer la voz de Dios como Saulo (Pablo), entonces serás HIJO DE LUZ; DONDEQUIERA QUE ESTES BRILLARÁS.

Pastor Luis O. De León

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