La manera que tratamos a las personas puede tener un impacto bastante grande en la cantidad de bendiciones y Gracia de Dios que estemos experimentando en nuestra vida. Mi esposa Carmen trabaja en el recetario de una farmacia importante en Puerto Rico. Ella me contó que una clienta llegó al recetario con una actitud malhumorada, agresiva y violenta, reclamando el despacho de su medicamento de una manera grosera y no muy cordial. La reacción inicial de mi esposa fue señalarle que su comportamiento era inadecuado y tenía razón para ello. Sin embargo mi esposa prefirió aplicar lo que dice la Biblia en Romanos: “No paguéis mal por mal; no seas vencido de lo malo, vence con el bien el mal”. Comenzó hablarle con amabilidad, paciencia y amor; de repente el rostro de la señora comenzó a cambiar, de una cara de enojo a una de vergüenza. La señora se fue y luego de una hora regresó pidiendo perdón. Para sorpresa de mi esposa la dama le confiesa que es cristiana y que ella sabía, por la manera que mi esposa reaccionó que era una mujer de Dios y que aprendió una gran lección.

Conquistamos más andando en el amor de Dios y siendo corteses aunque hayan sido descorteses con nosotros, que reaccionando de manera airada y descontrolada, siendo creyente, aunque “tengas razón”.

La Biblia enseña que debemos amar a nuestros enemigos y hacer bien a los que nos ultrajan y nos persiguen. Nosotros debemos vencer el mal con el bien, y cuando alguien te lastima, la única manera de vencer es mostrando misericordia, perdonándoles y haciendo lo correcto para la Gloria de Dios. Usted estará pensando: “Pero no puedo permitir que me tomen de tonto o tonta y abusen de mi”. Esa es la reacción natural,  y Dios quiere que estemos por encima de lo natural y lo que enseña nuestra sociedad. Además hay alguien que te va a defender. Dice Romanos 12:19: “No os venguéis vosotros mismos por que el Señor dice,  Mía es la venganza, yo pagaré.”

Cuando eres bueno con las personas, cuando les hace bien, Dios se las arregla para que otros te defiendan y te den buenas cosas a ti.

 Pastor Luis O. De León

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