Por mucho tiempo hemos creído que para servir a Dios hacía falta un llamado especial y muy claro. Millones de creyentes lo han esperado y nunca llegó. No esperes que Dios te llame. ¡Él ya te llamó cuando te salvó! Toda la Biblia es un llamamiento permanente a buscar a Dios y compartir la fe. Dios ya te ha llamado al ministerio. El apóstol Pedro utiliza un lenguaje tan claro que no entiendo como yo mismo lo he pasado por alto. Nos dice a ti y a mi- exactamente a mí -que lo escribo y exacta y especialmente a ti que lo lees- “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.”
Para que anunciemos, proclamemos, testifiquemos, en todo lugar y en todo tiempo las virtudes de aquel que nos salvó. En otras palabras; Dios te llamó para que seas ministro a tiempo completo en todo lugar de la tierra. El apóstol Pablo nos asegura que el triunfo de nuestra vida está especialmente relacionado con nuestra manifestación de vida en Cristo. “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento.”
Hay dos clases de ministros; no más que dos: los que obedecen y los que desobedecen. Entre estos últimos están los que esperan un llamado especial, sobrenatural y dramático para hacer lo que ya deben estar haciendo: ¡Vivir, obedecer y hablar de Cristo! Una vez que cumplas con tu llamamiento específico de compartir con denuedo la fe, entonces, tal vez, Dios te indique otro ministerio superior como consecuencia de tu obediencia al Señor.
Dios no te llamará al ministerio. ¡Ya te llamó!
Tomado del libro “Un corazón Pastoral” del Dr. Carmelo B. Terranova