Discernimiento espiritual no es solamente la capacidad de hablar cuando es oportuno; es también la capacidad de callar cuando hablar es inoportuno.
El salmista temía apresurarse a hablar y ruega: “Pon guarda a mi boca, oh Señor; guarda la puerta de mis labios”. Proverbios exclama como un suspiro de anhelo: “La palabra a su tiempo ¡cuán buena es!” Y Job que tenía muchas razones para hablar, quejarse y discutir cuando se encuentra con Dios dice: “Mi mano pongo sobre mi boca”.
Hay hermanos muy amados y muy capaces que han perdido la sabia discreción de “poner la mano sobre sus labios”. ¡Y quién borrará las palabras apresuradas! Uno de los momentos más grandes de la vida de Jesús es cuando todos le acusan injustamente y Él guarda silencio. Su discernimiento espiritual le lleva a hablar cuando era importante y a callar cuando era necesario.
Si hiciéramos más preguntas pensadas y menos declaraciones impensadas nuestras vidas crecerían y serían de bendición para cuantos nos escuchan.
Discernimiento espiritual es algo más que ver la obra del enemigo en otras vidas. Es descubrir y discernir nuestra condición espiritual para bendecir a otros, no sólo con las palabras que proferimos, sino con el oportuno silencio de nuestros labios. No en vano Proverbios vuelve a recordarnos: “El que ahorra sus palabras tiene sabiduría”.
El arte de callar supera por mucho la prisa en hablar.
Oración: Señor, dame sabiduría para saber hablar y discernimiento para saber cómo y cuándo callar.
Tomado de: “Un corazón pastoral” del Dr. Carmelo B. Terranova