“Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados. “ Hebreos 12:15
La palabra amargura o resentimiento se menciona muy poco en el Nuevo Testamento, pero tiene una larga historia en el Antiguo Testamento (Caín y Abel, Jacob y Esaú, etc.). La amargura o el resentimiento es el destructor silencioso que contamina la mente, el espíritu, el cuerpo y las relaciones con los demás.
La amargura o el resentimiento es un desagrado lleno de indignación como resultado de algún daño, insulto o injuria, ya sea real o imaginaria. Es más que ira, aunque comienza por ella. Son innumerables los estragos causados por el resentimiento: Ruptura de amistades, peleas vergonzosas, niños vapuleados, y hasta actos criminales. El cristiano no está exento a que este sentimiento trate de dominarlo, pero tiene las herramientas bíblicas y el poder espiritual para vencer. ¿Cuáles serán los pasos para vencer el resentimiento?
El primer paso, RECONOCER que hay resentimiento. Esto requiere honestidad y sensibilidad espiritual. Mientras no reconozcas esta realidad no serás feliz. El segundo paso es ANALIZAR los motivos de nuestra amargura. ¿Fue causado por la maldad de otras personas o es meramente la manifestación de nuestra carnalidad? Tercer paso, CONFESAR Y RENDIR AL Señor. No luches con el resentimiento, no lo alimentes, ni lo justifiques. Ponlo en las manos de Dios para qué Él tome control de tus sentimientos y sane tus heridas. El cuarto paso, BUSCA LA RECONCILIACIÓN. El camino del perdón es el camino de la paz.
Si sigues estas indicaciones, te librarás del resentimiento, tendrás paz y reproducirás el carácter de Cristo.
Pastor Luis O. De León