Por Becky McCabe, que sirve en África Occidental con CAMA, el brazo de socorro y desarrollo de la Alianza
Alimata arrastraba los pies al pasar adelante en el edificio. Su espalda estaba encorvada por el peso de los años. Con lágrimas que le brotaban de los ojos y unos cuantos francos apretados en la mano arrugada, nos dijo que tenía que cumplir una promesa que le había hecho al
Señor muchos años atrás.
Nos explicó que había sido esposa de un pastor. Cuando falleció su esposo, fue a vivir con su hijo en Weledigula. Alimata y su hijo eran los únicos creyentes de la aldea. Pero cada semana adoraban fielmente a Dios en el patio de su casa, bajo un gwa-un techo construido de cuatro palos cubiertos con una estera. Oraban para que el Señor proveyera un edificio para albergar a la congregación. Ella le prometió a Dios que a la primera persona que predicara en el edificio nuevo le obsequiaría 1,000 francos, la moneda de África Occidental- unos $2.
Aquel día, en el primer culto celebrado en la Iglesia Alianza de Weledigula, Alimata le entregó al pastor los 1,000 francos, y nos desafió a dar gracias a Dios por el hermoso edificio que Él nos había provisto.
Oren para que Dios atraiga a personas perdidas a sí mismo a través de los creyentes de Weledigula.