Paderewski nunca se presentaba ante un auditorio sin haber pasado antes, cuanto menos, una media hora en silencio escuchando las armonías celestiales que el oído humano está imposibilitado de oír.  De aquella comunión silenciosa caminaba hacia la plataforma como si estuviera soñando a fin de tocar el piano como muy pocos lo han tocado.  En una ocasión, alguien le habló cuando iba de camino desde su vestidor a la plataforma, e inmediatamente dio la vuelta sin decir palabra y volvió a su cuarto y allí quedo para entregarse a otra media hora de silencio.

Muchos pierden el oído espiritual para estar sintonizados con Dios. Otras voces, otra música, otros sonidos, están quebrando el silencio de la íntima comunión con Dios.  Usa tiempo para estar a solas con el Señor Jesucristo; en esta estrecha e íntima relación con Él, posiblemente no tengas que pronunciar ninguna palabra, pero sí escuchar en el recinto sagrado de tu corazón la música celestial que sólo se oye cuando las manos de Dios tocan las cuerdas de la oración.

Entonces tú conocerás la música de Dios y donde tú estuvieres habrá atmósfera celestial.

Dr. Carmelo B. Terranova

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