De Paz inundada mi senda ya esté
O cúbrala un mar de aflicción
Mi suerte, cualquiera que sea
Diré: “Estoy bien, estoy bien con mi Dios”
Esta es la primera estrofa de un clásico himno – de hecho uno de mis preferidos- que publicó la Alianza Cristiana y Misionera en la edición de “Himnos de la Vida Cristiana” titulado: “Estoy bien con mi Dios”, cuya historia es conmovedora e impactante.
El Sr. Horacio G. Spafford, un rico comerciante que vivió en el siglo 19, fiel creyente en Jesucristo y colaborador del gran evangelista Dwight L. Moody, se enfrentó a una terrible tragedia. Su esposa y sus cuatro hijas viajaban en un barco que cruzaba el Océano Atlántico cuando la nave de repente chocó con otra y junto con más de doscientas personas, las cuatro hijas de Spafford perdieron la vida. La esposa, que había sobrevivido, le envió un telegrama informándole la terrible noticia.
Horacio Spafford reservó un pasaje para cruzar el Océano Atlántico y así reunirse con su atribulada esposa. En un momento el capitán le notificó que estaban pasando por el lugar del accidente donde habían muerto las hijas de Spafford. El miró con solemnidad las olas, su continuo movimiento impetuoso como testigo silente de lo que allí aconteció y esa noche escribió lo que se convertiría en uno de los himnos más bellos de la Fe cristiana.
Mi corazón esta conmovido al escribir estas líneas y recordar esta historia tan impactante. Las alabanzas más profundas nacen del sufrimiento que afirman nuestra fe en Dios. No importa si tus sueños no se han cumplido, si la vida te ha maltratado, si recibiste una mala noticia del médico, Dios tiene OTRA NOTICIA. Él puede hacer lo imposible, posible y no importa lo que acontezca podrás decir: “Estoy bien, estoy bien y en Paz con MI DIOS.”
Pastor Luis O. De León