Celestín estaba de camino a visitar la iglesia cuando un brujo de la aldea lo detiene y le dice que quería que aprendiera como transmitir los poderes de las tinieblas a las futuras generaciones.  Le dio una bolsa llena de fetiches y le dio las instrucciones a seguir.  Tenía que ir bien tarde en la noche al bosque, a solas, y efectuar unas series de rituales y repetir unas frases, pero esa misma noche, Celestín tuvo un encuentro personal con Jesucristo como su Salvador.

Temprano en la mañana, a eso de las cinco, llamó al brujo y le entregó la bolsa de fetiches y le dijo: “Encontré un protector más poderoso; Jesús”.  El brujo le contestó que lo sabía porque los espíritus malignos se lo habían comunicado.

Profundamente conmovido por el llamamiento de Dios para dejar una herencia  entre los habitantes de su ciudad Ollando, en el Congo, Celestín abre una escuela para equipar académicamente a los niños y levantarlos en el conocimiento de la Verdad, proclamando que: “Solos no podemos hacer mucho, pero Juntos, el pueblo de Dios puede lograr cosas grandes.”

Oremos por Celestín y la escuela  que Dios le ha permitido levantar para discipular a los niños de su aldea.  Oremos por los misioneros que le están ayudando en esa tarea.  Oremos para que Dios siga tocando hombres que acepten el reto de ser Sacerdotes de su hogar y valientes en cumplir la Gran Comisión.