Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Colosenses 2:8

A desgano utilizo dos palabras importadas que explican también dos reacciones importadas. La mayoría reaccionamos condicionados por dos extremos; cuando un extremo domina la escena entonces corremos al otro extremo. Cuando el show es desconcertante quedamos en shock. O explotamos o nos endurecemos.

La iglesia no está libre de este riesgo. Hemos sacado del lenguaje del teatro y del circo las palabras “programa”, “publico” y “escenario”, en vez de “orden del culto”, “creyentes” y “altar” y a veces sin darnos cuenta convertimos el servicio a Dios en un show, en un programa para agradar a los asistentes. Como consecuencia muchos buenos hermanos y hermanas quedan en shock, aturdidos, paralizados y asustados.

Es tan fuerte la influencia de los medios de comunicación que hemos dividido a los cristianos en dos grupos inexistentes: los fríos del shock y los calientes del show, y ambos discuten muy ofendidos que lo hacen “para la gloria de Dios.”

La alabanza expresiva no puede desalojar a la adoración reverente. El canto de regocijo y esplendor triunfante debe ser la consecuencia de una vida silenciosa quieta y profunda adoración a Dios. Cuando perdemos la reverente Presencia de la gloria de Dios pronto la reemplazamos con una explosiva imitación de la presencia del programa.

Ni show ni shock. La iglesia bíblica está en el centro. Exactamente en el centro: como la cruz, como el Espíritu Santo, como la Biblia y como la santidad. Desde ese centro podré alabar con esplendor y adorar con reverencia. Recuerda: ni show ni shock.

 Tomado del libro Un Corazón Pastoral del Dr. Carmelo B. Terranova.

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