La palabra “vana” es muy interesante. Significa varias cosas y ninguna de ellas es agradable. Quiere decir “Vacío”, que no hay nada de contenido, que tal vez algo había y se vació. También significa, en una extraña acepción de la palabra: “pompa de jabón”, o “burbuja”. Todo brillo por fuera, pero pavorosamente frágil, estalla en cualquier momento. También significa “inútil”. Decimos; “es inútil, es en vano.” Por más que lo intentemos es imposible conseguir resultados de algo vano, inútil. Y también significa: “hueco”. Solo los bordes de un agujero donde no hay absolutamente nada.
Esta increíble palabra Pablo la usa en conexión con la Cruz de Cristo. Les dice a los corintios que él fue “a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo”. Aquellos corintios padecían del síndrome de intelectualismo religioso. Tenían sus predicadores favoritos y sus doctrinas preferidas. Pero en la intimidad espiritual no conocían a Cristo ni nada sabían de la obra del Espíritu en sus corazones.
A mí me asusta pensar que tanta gente que asiste a la iglesia – la nuestra u otra – poco o nada sepan de la realidad de la Cruz en sus vidas. La Cruz no es real en sus vidas; la salvación no es una gozosa experiencia; la vida victoriosa no es una meta. Y el amor por las almas no es una pasión que les consume. Me asusta la frialdad de los llamados “lideres” de la iglesia. Me asusta la frivolidad y la tibieza de los creyentes “de años”. Y tengo el temor de que han hecho vana la cruz de Cristo. Y cuando esto ocurre sus vidas son vacías, huecas, burbujas de jabón e inútiles.
Tomado del libro: “Un corazón Pastoral” por el Dr. Carmelo B. Terranova