A.B. Simpson, el fundador de la Alianza Cristiana y Misionera, estaba leyendo en Mateo capítulo 5, donde Jesús dice: Bienaventurados los pobres en espíritu. Bienaventurados los que lloran. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia.” Y dijo lo siguiente: “El primer paso hacia la justicia del Reino es la pobreza de espíritu. El siguiente paso es un poco más profundo: los que lloran; porque ahora tenemos que ser más flexibles, tenemos que ser quebrantados. Tenemos que ser como el metal en el fuego, que el maestro pueda moldear. No es suficiente reconocer nuestra injustica, sino sentirla profundamente y sentir profundo pesar por ella, lamentar profundamente por ella, entender que no es algo insignificante que el pecado haya entrado en nuestra vida. Entonces Dios nos domina y nos hace pobres en espíritu, y nos hace llorar, hasta que lleguemos al tercer paso, lo cual es ser manso: quebrantado, rendido, sumiso, dispuesto, rendido e inclinado a sus pies clamando, ¿Qué quieres que yo haga?”

Necesitamos ser hombres y mujeres quebrantados, con desesperante necesidad de un Salvador, necesidad del Evangelio cada día, sin excepción. Debemos estar en condiciones de ser usados por Dios para que Él pueda hacer algo asombroso en mí y por medio de mí.

En el país de El Salvador hay personas quebrantadas que necesitan un Salvador. Solo personas que han experimentado el quebrantamiento, pueden ayudar a los que están quebrantados y éstos a su vez ayudar a otros quebrantados.