“Vuestro adversario, el Diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.” 1 Pedro 5:8
Hay momentos en que solo queremos divertirnos. Y no somos conscientes del peligro. Nos alejamos en busca de placer, hasta que llegan las consecuencias de nuestras decisiones.
Y claro, corremos tratando de escapar…
Buscamos alguna salida. Aunque muchas veces no son las más indicadas. Recuerda: Fueron tus decisiones las que te trajeron hasta aquí. Y mientras más buscamos salidas humanas sin contar con Dios, parece que las cosas se ponen peor.
Nos domina la angustia y el miedo. Sentimos que no hay salida por ningún lado. Luchamos con todas nuestras fuerzas, pero es inútil. Finalmente el pecado nos lastima, nos hiere… hasta que clamamos a Dios. Y parece que hemos vencido. Pero claro, no fue con nuestras fuerzas.
En ese momento, nos damos cuenta que ÉL NUNCA NOS ABANDONA. NOS AMA Y QUIERE LIMPIAR NUESTRAS HERIDAS. Y te dice: “Hijo, jamás te alejes de mí.”
Dios dice: “Nunca te dejaré, jamás te abandonaré.” Hebreos 13:5