El escritor inglés Chesterton escribe que consigue ser antinatural lo natural, cuando no cede ante lo sobrenatural. Todas las raíces de amargura, resentimiento, agresividad y rencor tienen mucho que ver con nuestra actitud para lo Sobrenatural: Dios.

Una vez que arreglo mi relación con Dios- en vez de culpar a los demás, a la Iglesia, a la sociedad o a la familia – entonces poco a poco comienzo a arreglarme a mí mismo.

Dice Stanley Jones que la inferioridad utiliza la agresividad como herramienta. Y la experiencia de la vida lo confirma a cada momento. Si no puedo salir con la mía entonces uso el recurso de atacar o criticar.

Muchos ladridos de perros son más que mordiscos frustrados. Y muchas protestas nuestras no son más que argumentos frustrados. Por eso, Dios insiste en que seamos fieles y no que seamos felices, porque Dios sabe muy bien que si somos fieles seremos de todas maneras muy felices.

El egocentrismo siempre quiere hacer lo que le place, pero nunca le place lo que hace. Vivir para uno mismo es antinatural, porque hemos sido hechos para dar, y en la medida que damos más y hacemos más felices a más personas, más recibimos de la vida y más dichoso somos.

Hay algo mejor que ser natural; es ser sobrenatural. Y eso lo hace el Espíritu Santo a través de una vida que deja de ser egocéntrica para convertirse en Teocéntrica: el centro es Dios.

Eso dice Romanos 12:1-2. ¿Lo quieres leer…?

Tomado del libro: Un Corazón Pastoral por Dr. Carmelo B. Terranova

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