Hoy oramos por nuestros misioneros Carlos y Lily que se encuentran en Paraguay. Nos cuentan su testimonio de su tercer hijo llamado Lucas. Fueron a la doctora para un examen de ultrasonido. Ella les dijo que su bebé tenía trisomía18. Y que antes que cumpliera el año moriría. La doctora le sugirió un aborto. En cierto momento les dijo; “ustedes no quieren dañar su familia, tienen dos niñas preciosas y no quieren recibir éste enorme problema”. Ellos no querían saber de un aborto, así que se fueron a su casa después de ver a la doctora y lloraron. Pasaron meses llorando. Le pidieron a Dios que le sanara a su bebé.
En una conferencia de distrito hubo un tiempo de ungir y orar por sanidad. Y oraron por Lily y su bebé y en ese momento ella sintió algo diferente. Sentía que Lucas se movía dentro de ella. Normalmente no se movía mucho. Ella le decía a su esposo Carlos que después de aquella oración había algo diferente, porque ahora el bebé se movía demasiado. De camino a la casa después de la conferencia, llamaron a la doctora para decirle que creían que su bebé había sido sanado y la doctora le decía que ella era una tonta, que su bebé iba a morir y que por el bien de la familia aceptara que el bebé iba a morir, ya que era una condición grave.
Pero ellos le dijeron que servían a un Dios realmente grande y Poderoso que podía sanar a su bebé. Hay que esperar que nazca para ver si vive o no, le dijo la doctora. Pero ellos sabían que Dios había hecho un milagro especial. Llegó el momento que nació Lucas y nació sano. Fue tan emocionante para Lily y Carlos, ya que ellos sabían que Dios había hecho un milagro. Los doctores en la sala de parto no lo podían creer. Aunque Lily no puede explicar por qué Dios en ocasiones sana y en otras no. Pero ellos confían en que Dios tiene propósito en todo lo que hace y que Dios está obrando aun cuando atravesamos dolor.
“Antes que te formé en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué”. Jeremías 1:5