Esta es la nueva definición de familia: “Una unidad de dos o más personas, relacionadas por nacimiento o por elección, que pueden o no vivir juntos, que tratan de satisfacer las necesidades de los otros y que comparten metas e intereses comunes.” Que le parece esta nueva definición de familia. Esto implica varios peligros que conllevan grandes consecuencias:

1- Se destruye el propio concepto de familia establecido por Dios en el Génesis. La biblia establece que Dios creo varón y hembra con un  triple propósito: Unidad (espiritual, emocional, física), multiplicarse (Procreación) y educativa (formar el carácter de sus hijos en los aspectos de moral y principios de comportamiento y modelar unos roles definidos de hombre y mujer dentro de la sociedad).

2- Al legalizar el matrimonio del mismo sexo, se afirmarán rápidamente otros tipos de “matrimonios” tales como la Poligamia, Endogamia (casamiento entre parientes sanguíneos como se está proponiendo en países europeos).

3- Los homosexuales radicales tienen más herramientas legales y el favor de los medios de comunicación para tratar de silenciar la iglesia de muchas maneras. Por ejemplo en Canadá se aprobó un proyecto de ley C-250, que convierte

la crítica pública de la homosexualidad en delito. Hace un tiempo atrás la gobernadora de Texas intentó legislar leyes para revisar y aprobar los sermones de las diferentes iglesias con el fin de eliminar cualquier alusión negativa a la práctica de la homosexualidad.

4- El medio más poderoso que tienen en estos momentos es la educación en las escuelas donde gracias a esta decisión del Tribunal Supremo tendrán el apoyo gubernamental para presentar la distorsión del matrimonio, la familia y la sexualidad a través de la Perspectiva de Género. Nuestra niñez está en peligro. Debemos como familia e iglesia cristiana enfatizar y reestructurar la educación de identidad en nuestros niños con gran urgencia.

Ante estos peligros reales, la Iglesia continuará cumpliendo con su gran responsabilidad de representar a Jesucristo en el mundo y de proclamar la Verdad del Evangelio, sin amedrentarnos ante tales escenarios amenazantes.

 

Pastor Luis O. De León

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