En el país de Cuba existe un poblado apartado y remoto llamado Pozo Redondo, donde no existen calles, sino caminos creados por el andar de camiones y animales. Pero es allí también que Dios pone vidas que le amen y le sirvan compartiendo el Evangelio de Cristo.

En este lugar se encuentran Roberto y Yolaisi, un matrimonio que físicamente tienen limitaciones pero tienen un corazón dispuesto y lleno del Espíritu Santo, el cual les recuerda para qué fueron creados y les da las fuerzas para realizar lo que un matrimonio normal haría en su hogar.

Este matrimonio no solo tiene la responsabilidad de atender su humilde  hogar, sino el pastorear una iglesia. Con un gozo inalterable, alaban, adoran y dan la Palabra de Dios a su congregación. Su medio de transporte es una bicicleta y en ella recorren millas y millas para visitar y bendecir a cada miembro de la iglesia. Los hermanos le reciben con alegría cristiana y son edificados y confortados por Roberto y Yolaisi.

No importa cuál sea nuestro impedimento físico; lo importante cuan llenos estamos del Espíritu Santo, el cual nos capacita para cumplir la misión para llevar hasta lo último de la tierra la Palabra de Salvación.

Dios como creador y diseñador de nuestras vidas es más que suficiente para mostrar su Gloria a través de nuestras discapacidades.

Carmen Peterson

Directora de Misiones