“Pero el ángel le dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.” Lucas 2:10-11
Cuando hablamos de arbolitos, luces que resplandecen, cantatas y villancicos, hablamos de cosas conocidas. Y luego del pesebre, de los pastores y los ángeles, y la anciana Ana y los reyes magos (que ni eran reyes ni eran tres) seguimos hablando de cosas conocidas que poca o ninguna importancia le damos. Por centenares de años hemos repetido las escenas con infinitos variantes y con esperanzada y sincera honestidad decimos: ¡Feliz Navidad!
Pero no era ese el propósito de Dios. Ni lo sigue siendo. Pienso que la iglesia ha perdido la pista, y me uno al coro multitudinario de cantos navideños sin que signifique una revolución espiritual.
Dios habló de feliz novedad. Los ángeles dijeron a los pastores: ¡he aquí os doy nuevas de gozo! En otras palabras: Os traigo una Feliz Novedad. Eso es el cristianismo, eso es el evangelio: Buena Nueva, Feliz Novedad.
Jesús se lo explicó a Nicodemo con mucha claridad: “Tienes que nacer de nuevo”. ¡Esa es la novedad! Eso es la conversión. Solo eso y nada más que eso significa la Feliz Novedad.
Y es lo que yo encontré y lo que quizás tú necesitas. Por eso termino con esta encantadora frase: ¡Feliz Novedad!
Tomado del libro: Un Corazón Pastoral del Dr. Carmelo B. Terranova.