Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. 2 Timoteo 2:15
La mayoría de las personas viven atribuladas porque toman muy en serio cosas que no son serias. Nos importa mucho un montón de cosas sin importancia. Por mi parte estoy aprendiendo a que muchas cosas no me importen.
¡Qué me importa si el diablo parece ganar, si en realidad Cristo lo venció en la Cruz y lo derrota todos los días con el poder de Su sangre!
¡Qué me importa si este cuerpo temporal se gasta, si tenemos de Dios un edificio eterno en los cielos!
¡Qué me importa si me llaman fanático por amar a mi Iglesia y anhelar estar en la Casa de Dios, si sé que tengo un premio, una corona y una sonrisa de Jesús en la eternidad!
¡Qué me importa si me critican o me cuestionan, si lo mismo le pasó a Pablo y éste recibió la corona incorruptible de gloria!
¡Qué me importa si a veces los recursos no alcanzan y la economía está en crisis, si tenemos las abundantes riquezas en Cristo y el poder de sus tesoros espirituales!
¡Qué me importa si hay un puñado de creyentes quejosos, criticones y malhumorados si a mi alrededor hay una nube gloriosa de cristianos gozosos y espirituales!
¡Qué me importa si la gente se burla de mi fe en Cristo si sé que tengo la aprobación de Dios en mi corazón!
Pero sí me importa obedecer la Palabra de Dios. Sí me importa ser sensible a la voz del Espíritu. Si me importa que mi vida tenga el perfume y el aroma de Cristo. Sí me importa la aprobación de Dios y el testimonio de mi corazón. Sí me importa que todos sean enriquecidos con mi amor, mi paciencia y mi amistad.
De todo lo demás: ¡Qué me importa!
Oración: Señor, gracias por Tu presencia en nuestra vidas. Gracias por el gozo y la paz, y gracias, por la confianza que podemos tener en Tus promesas. Amén!
Tomado del libro De un corazón pastoral por el Dr. Carmelo B. Terranova