Los grandes avivamientos de la Biblia y de la historia fueron precedidos por periodos intensos de oración y ayuno.  Hoy en día, la práctica de la oración y el ayuno ha sido abandonada en muchos círculos cristianos. Esta es una tragedia que entristece el corazón de Dios y deleita al enemigo. En la Biblia está muy clara la enseñanza y práctica de estas disciplinas espirituales.

La palabra griega para ayunar es “Nesteuo” que significa abstenerse de comer de forma voluntaria con un propósito. Pero más que dejar los alimentos es dejar aquellas cosas que impiden una comunión más íntima con el Señor en el periodo que he separado para orar y ayunar (Celulares, televisión, etc.).

Los judíos ayunaban mucho. La ley ordenaba un ayuno por año. Cerca de 1,200 años más tarde, en el tiempo de Zacarías, los judíos tenían 4 ayunos (Zacarías 8:19). En el tiempo de Cristo, 500 años más tarde, tenían 104 ayunos al año (Lucas 18:12). En los días de Cristo el ayuno fue una práctica establecida como un requisito religioso semanal (Mateo 9:14-15). Por eso crecían en la ley, pero no en la gracia. Eran muy religiosos, pero muy poco santos. El mucho ayunar, si no afecta mi vida, no me hará mejor. Cuando se practica de esta manera, se puede convertir en un hábito esclavizante. El propósito de orar y ayunar no es para hacerme más poderoso, ni para manipular a Dios para que me conceda lo que quiero sino para siete cosas:

1- Para obtener agudeza espiritual para vencer la tentación. (Mateo 4:2)

2- Para buscar la voluntad de Dios sobre un asunto especifico. (Isaías 58:6 y Hechos 14:23)

3- Para crecer en santidad y comportamiento. (1 Pedro 1:15,16; 2:5)

4- Por preocupación en la obra de Dios. (Nehemías 1:4)

5- Por liberación y/o protección. (2da. Crónicas 20:3)

6- Para humillarse delante de Dios. (Salmos 69:10, 11,13)

7- Como parte de nuestro culto a Dios. (Lucas 2:37; Hechos 13:2-3)

Si deseas la bendición de Dios para ti, tu familia y la iglesia, harás de la oración y ayuno una parte importante de tu vida. Crecerás en comunión con Dios y en humildad con los demás.

Pastor Luis O. De León

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